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miércoles, 26 de septiembre de 2012

ACERCA DE LOS LÍMITES (1ª parte)

L@s niñ@s nos miden hasta el infinito y más allá, para ver qué les dejamos hacer y qué no. Intentan resolver, con las herramientas que traen y que a veces funcionan en otros lugares o con otras personas, las situaciones de conflicto en el aula.

Al principio las rabietas son normales, intentan ver si con ello consiguen su propósito. No me conocen, no saben si esto funciona aquí o no. Mantenerme muy firme en lo que digo y hacer ver quién lleva las riendas de la situación (siempre el adulto, no el niño) les hace ver claramente, sin ambigüedades, qué se les permite y qué no en el cole.

Me gusta decirles "en casa mandan mamá y papá, en el cole mandan los profesores". Eso les deja muy claro:
- Por una parte, que siempre hay un adulto que vela por ellos, tanto en casa como en el colegio, y por tanto no han de ocuparse de controlar a los demás, ya hay una persona mayor que lo hace. Hay niñ@s que continuamente "acusan" a otros en vez de centrarse en lo que tienen que hacer ellos. "Yo me ocupo, no tú", les digo cuando ocurre eso.
- Y por otra, que las normas en clase las pongo yo. Pueden estar de acuerdo o no, pero cuando digo una cosa se cumple, aunque monten una rabieta, se tiren al suelo o griten.  Aquí no funciona esa estrategia.

El mensaje que digo en voz alta (sin gritarles, de manera tranquila) es "cuando estés calmado te haré caso". Y si intentan hacer daño a alguien o romper algo en la rabieta, les sujeto con fuerza. Con esto les estoy diciendo (sin hablar, no hace falta) que soy yo quien controla la situación, no él/ella, y de paso el resto de l@s niñ@s ven que la escuela es un lugar seguro, hay un adulto en clase que protege.

Hay opiniones a favor y en contra de los límites, y cada familia debe hacer lo que considere mejor para sus hij@s. Para mí son sanos, muy sanos, nos colocan en nuestro sitio. Hay niñ@s que crecen sin límites puestos por los adultos y al creerse superiores pegan, insultan, faltan al respeto y tratan a otr@s como si fueran inferiores, y no iguales. Incluso se encaran con padres y profesores, no respetan ninguna autoridad. 

Asumamos entonces las consecuencias de lo que permitimos a l@s niñ@s.

En clase el adulto soy yo, y pongo límites. Y cada año me miden, pero con el tiempo (poco tiempo, son muy-muy-muy listos) saben hasta dónde pueden llegar. Me encanta lo rápido que aprenden.


1 comentario:

blossom dijo...

Me parece muy acertada tu exposición, M.Carmen.
Yo también soy maestra de infantil y madre y cada vez veo más necesario marcar bien los límites. Es la única manera de que ellos se sientan seguros. Así saben que las normas se van a cumplir y, por lo tanto, pueden tener claro cuáles son las consecuencias de sus actuaciones y de las de los demás.
Me parece que es uno de los puntos débiles de la educación (en general, no en la escuela) hoy en día.
Un saludo